GASTRONOMÍA / 28 junio, 2017
La historia del vino en Mallorca
A lo largo de los siglos, la producción vitícola en Mallorca ha sufrido algunos altibajos, atravesando varias crisis profundas, aunque al final ha conseguido superarlas con la cabeza bien alta. Hoy en día podemos disfrutar de vinos mallorquines reconocidos en todo el mundo, procedentes de cerca de 100 bodegas diferentes.
La isla sufrió enormemente en el siglo XIV, cuando las primeras plagas devastaron grandes extensiones de viñedos. Tras una lenta recuperación, la producción fue incrementando poco a poco, hasta que Mallorca se convirtió en un gran exportador, especialmente a Francia, al sufrir el país vecino una plaga en 1862. Entre 1865 y 1890 la producción de vino mallorquín alcanzó su máximo esplendor. Pero, por desgracia, en 1891, nuestros campos fueron golpeados nuevamente por la filoxera.
Como consecuencia, los productores reconsideraron el modelo de producción y muchos optaron por dedicarse al cultivo de almendros. Esa es una de las razones por las que estos emblemáticos árboles son tan abundantes en la isla.
No fue hasta los 90 cuando un nuevo boom del vino llegó a Mallorca. Los agricultores trabajaron muy duro y pusieron gran empeño en mejorar la calidad del vino, con el fin de convertirlo nuevamente en el bien agrícola más valioso de esta tierra.
Uvas autóctonas
Callet – uva negra, que se utiliza principalmente en la producción de rosados y se mezcla frecuentemente con Fogoneu y Manto Negro. Taninos suaves y notas de frambuesa.
Prensal (Moll) – uva con la que se elaboran vinos blancos y espumosos. Crujiente, con acidez equilibrada, ligera y refrescante.
Manto Negro – uva negra, muy buena para tintos.
Fogoneu – uva de piel fina, usada en la elaboración de tintos y rosados. Es parecida al Beaujolais.
Muchos de los vinos mallorquines son una combinación de uvas autóctonas con otras variedades muy conocidas como la Sauvignon, la Sirah o la Cabernet. Por supuesto, cada mezcla ofrece un sabor único y diferente.
Bodegas mallorquinas
En Mallorca hay más de 70 bodegas. Algunas de ellas son pequeños negocios familiares que producen entre 100 y 1000 botellas, mientras que otras exportan a toda Europa. Os presentamos algunas bodegas selectas, que bien merecen una visita y cuyos vinos tendríais que probar.
4 kilos (Felanitx) – En 2006 y con una inversión de alrededor de 24.000€ (el equivalente a cuatro millones de las antiguas pesetas, de aquí el nombre de la bodega), un músico y un enólogo de la bodega Ánima Negra, fundaron esta empresa en un garaje. Sus primeros vinos reposaban en recipientes para leche. Hoy en día, sus instalaciones están llenas de premios obtenidos por sus excelentes vinos. Pero, ¿qué los hace tan buenos? Posiblemente, su capacidad para adaptarse a la producción de uva de cada año, combinando la creatividad y un profundo conocimiento sobre la materia.
Bodega Ribas (Consell) – Fundada en 1711, es una de las bodegas más antiguas de Mallorca. Entre otras posibilidades, ofrece una visita completa por 15 euros que incluye, además, una cata de aceites.
Jose L. Ferrer (Binissalem) – desde su fundación, en 1931, esta conocida bodega ha sido siempre un negocio familiar.
Macia Batle (Santa Maria del Cami) – con 70 hectáreas, es una de las bodegas más grandes de Mallorca.
Ànima Negra (Felanitx) – una bodega moderna y, a la vez, tradicional. Sus vinos, de alta calidad y con mucho cuerpo, se elaboran a partir de variedades de uva autóctonas, principalmente la callet. En los últimos años han alcanzado una enorme fama entre los expertos, así que si no tenéis ocasión de visitar la bodega, os recomendamos, al menos, que probéis alguno de ellos.
Jaume Mesquida (Porreres) – fundada en 1945, sus 22 hectáreas de viñedo producen alrededor de 200.000 botellas al año. Una bodega de tamaño medio, en el corazón de la isla.
Blanca Terra (Montuïri) - Una pequeña bodega fundada hace unos pocos años y que ya está ganando premios en reconocidos concursos de vinos nacionales e internacionales.
Son Prim (Sencelles) – también de tamaño medio, esta bodega produce 3.500 botellas por hectárea, que son exportadas principalmente a otros países de Europa.
Can Feliu (Porreres) – más que un simple viñedo, es todo un concepto de eco-agrotourismo. Dispone de 18 hectáreas, que producen cerca de 60.000 botellas anuales.
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